miércoles, 12 de mayo de 2010

Tu recuerdo


 

Esta mañana me levante y pude ver como un día pasa y yo te dejo ir. Me fui al lugar donde tú y yo solíamos jugar. Me recuerdo bien, fue aquel día que me enamore. Se que un día llegue al lugar donde tu ya estabas escribiendo sin cesar el cuento que un día decidiste publicar. Alzaste tu mirada cuando me sentiste entrar. Ahí fue cuando todo comenzó, donde robaste mi corazón. Te detuviste en tu trabajo y un fuerte abrazo recibí, me buscaste un asiento y allí me senté viéndote trabajar. Me senté callada viendo como tú te llenabas de pasión por lo que llevabas en aquellos papeles. Cuando terminaste tu trabajo, fuiste corriendo hasta mí y en esos momentos recibí como regalo aquello que tú habías preparado. Halaste una silla y a mi lado te sentaste, cuando comenzaste a leer aquel cuento que me ayudaba a fantasear. Tu admiradora empecé a ser y en esos momentos te abrace. Con eso basto para enamorarme de ti. Porque dejaste que me sujetara a ti dejándome simplemente vivir.

Me levante y camine por la habitación que yace vacía. Vi tu recuerdo en la ventana. No podía creerlo, te perdí y no hice nada para detenerlo. Me volteo y vi la silla donde me atendiste como visita. Sacudí el polvo y decidí sentarme en ella. Recordé que mi cabello solías cepillar con tus dedos sin cesar. A mi eso me solía encantar. Cerré mis ojos y empecer a recordar tu voz. Siempre me decías que algún día me verías pidiéndote favores. Tenías razón, ahora te pediría que volvieras a peinarme el cabello con tus dedos.

Suspirando me traslade tiempo atrás, donde suavemente empujabas el columpio donde yo comúnmente me sentaba. Me recuerdo que ese día detuviste el columpio, diciéndome: "hoy te haré sonreír." No te entendía porque tú siempre me haces feliz. Ahí fue cuando me abrazaste y beso me diste. Todavía siento tus labios junto a los míos. En verdad tenías razón, me hiciste sonreír. Aprendí a no subestimar tus palabras y descubrí que estabas lleno de sorpresas. Desde entonces cambie y comencé a ser alguien diferente a lo que una vez fui cuando era inocente. Contigo fue con quien compartí mi lugar secreto todas las noches donde tu me robabas la inocencia de amar. Tu, mi amigo, mi amante y luego mi enemigo.

Empecé a llorar lágrimas de dolor. Todavía esperaba que esto fuera solo un mal sueño. Me levante de la silla. Camine por el cuarto sacudiendo con la mano el polvo acumulado por los años. Vi aquel espejo que tú habías colocado de tal forma que el mural que nosotros pintamos se veía reflejado. ¡Ja! aun con los años me sigue gustando el dibujo de los dos niños agarrados de la mano dentro de un jardín de flores. Sonreí porque me acorde de aquel comentario tan inoportuno, que con solo susurrarlo me llenaste de esperanzas. Esperanzas falsas y llenas de engaño, pero yo confiaba en tu encanto. Me acuerdo que dijiste que ese dibujo era el simbolismo de nuestro amor. ¡OH! que alegría y emoción produjo ese comentario a mi corazón. Te me acercaste y me abrasaste. "Te amo" susurraste. Pero que poco duro la ilusión. Después me entere que no podía amarte. No podía confiar por siempre en tus brazos. Me enseñaste que toda persona un lado oscuro tiene, y que el tuyo muy oscuro tendía ser.

Yo te quise amar pero tu mirada desviaste. En tus abrazos, en tus besos y en los sueños solía refugiarme; y aunque en esos momentos sentía vivir, aprendí que solo lo usabas para engañarme.

Sabes por esas cosas yo te llegue a odiar. Te llegue a despreciar porque otra ocupo mi lugar. Me dolió cuando vi que tú lo mismo le dijiste a las demás, las engañaste de igual forma y todas fuimos victima de tus mentiras. Pero gracias te doy porque a pesar de esto tú abriste mis ojos a la realidad. Pero me pregunto ¿a cuantas habrás engañado? Aunque no lo creas hiciste mucho daño. Hoy decido seguir la vida olvidando el pasado que tanto me lastima. Olvidando todo lo que viví y todo lo que me hizo cambiar; eso te incluye a ti. Se que no m oyes pero, hoy suelto la angustia y cierro el libro que contiene la memoria de el amor que yo sentí hacia ti.

Paso el tiempo y un día te vi. Estabas postrado, inmóvil y entubado. Así te dejo aquel horrible accidente de tránsito. Ese accidente robo todo tu encanto y tu orgullo te había abandonado, ya no eras el mismo de siempre, pero te reconocí. Te reconocí por tu mirada. Nunca pude olvidar tus bellos ojos que me embrujaban. En esos momentos supe que yo te había perdonado.

Me acerque cómo tú solías hacerme y mientras dormías me arrodille al lado de tu cama. Pegue mis labios a tus oídos y suavemente te susurré: "te extraño". A pesar de mis esfuerzos por no levantarte, te despertases y me miraste. Con tu mano pediste la mía y al dártela lagrimas corrían sin cesar por mis mejillas. "fiel has quedado, tu de tantas. Porque todas me abandonaron y a la única que abandone regreso a mi" dijiste casi llorando. Comenzamos hablar y luego lloramos, no podía entender como el sufrimiento casi nos mata. "si no hubieras aceptado el hecho de haberte dejado, contigo yo me hubiese casado." Me dijo. Me puse analizarlo y vi que era cierto lo que me decía. Yo fui causa de mi infelicidad. No podía evitarlo y preferí silenciosamente aceptarlo. Llorando me acerque a su oído: "Shh, ahora estoy a tu lado y solo no te dejare. Pienso quedarme por siempre a tu lado, lo haré hasta que la muerte nos separe." Nuevamente vi la sonrisa en tus labios. Te bese, como una vez te sentí hacer.

Pasó el tiempo y la muerte te tocó. Se que felizmente te fuiste porque al fin tu alma encontró la paz. Al fin confiaste en un amor que duro muchos años separados para nuevamente encontrarse. Todos los días pienso en ti y extraño el tiempo que pasamos juntos. Siempre quiero que sepas que "TE AMO".

El deseo, un sueño y nuestros cuerpos

Por: Dallanara Rivas Ruiz


 


 

Nos encontramos una noche donde el cielo estaba estrellado y la luna no se encontraba. Había plena oscuridad. Había silencio y el bosque era una trampa mortal para aquellas personas que se decidieran aventurar dentro de él, pero yo no le tenía miedo y al parecer tu tampoco. Fue algo improvisto pero mi naturaleza me provoca, la curiosidad me inunda y la esperanza de encontrar una aventura inolvidable. Me tomo el riesgo de seguir mi camino, si tienes miedo puedes regresar pero estoy dispuesta continuar contigo o sin ti. No estoy segura de entender la gravedad de mi situación pero aquí estoy en el bosque, adentrándome a lo que pudiese ser mi última noche sobre la faz de esta tierra. Busco algo ¿y tú?

Mientras me adentro dentro del bosque cada vez más, noto como la oscuridad se hace más densa a tal grado que tengo que palpar para poder caminar y continuar mí paso sin tener la necesidad de detenerme. ¿Qué es lo que ando buscando? No lo sé pero sé que tiene que estar dentro de este bosque, lo siento dentro de mí y puedo incluso saber a dónde me voy a dirigir. Caminando en esta inmensa oscuridad, sedienta y cansada, miro hacia tras y ya no estás. Ni modo, te quedaste atrás.

Sin poder ver hacia donde iba, aunque dentro de mí sabía que mi camino era correcto, me detuve para respirar. Que denso está el aire, la humedad me hacia sudar a tal grado que me sofocaba. Las gotas de sudor me bajaban por la frente, la cara y la espalda. Todo mi exterior estaba jadeante pero dentro de mi todavía existía las ansias de continuar con mi destino, con mi aventura creada. Esta emoción, esta sensación de vibrar dentro de mí, como si mi cuerpo esperaba la presencia de lo que buscaba. ¿Realmente lo buscaba yo o me buscaban a mi? no sé.

El silencio agudo de la noche, el rechinar de los árboles y las bambúes, el cantar de los murciélagos y el arrastras de una que otra serpiente, de ratones y los insectos nocturnos se unificaron para crear una orquesta nocturna, como la naturaleza invitándome a bailar y a liberarme de todas mis angustias. Los cucubanos iluminaban mi alrededor y aunque sabía que no había llegado a mi destino, me sentía bien justamente donde estaba. Debo continuar, pero escucho entre la sinfonía de la noche, unos pasos ligeramente rápidos. Se acercaban cada vez más y la sensación de expectación dentro de mí fue carcomiendo el alma. ¿Qué debo de hacer? Venia directamente a donde mi. Decidida a enfrentar mi destino y obviar los demás ruidos, corrí hacia la dirección que previamente me conducía. Corrí de tal manera que pude mantenerme al paso de los riachuelos, al son de los vaivenes del viento y al sonido de mi corazón palpitante. Jadeante, sudada, una vez más sofocada, me detuve al haberme encontrado en el lugar de mis sueños. Había llegado.

La maqueta rodeada de piedras viejas y cubierta por el bosque que se había adueñado de sus ruinas, de su espacio, quebrantando la estructura que existía en ese lugar. Instantáneamente hubo silencio. Mira a todo mí alrededor, vacía, yacía vacio. Me acerque y me senté para sentirme. Paz es lo que había y podía sentir como el flujo de sangre se movía dentro de mí, el corazón palpitar y mi respiración disminuir poco a poco en el momento de apaciguar mi ser. Pero esa sensación de vibrar dentro de mí, esa conmoción, la emoción de estar aquí, de esperar lo que sucediera, se quedaba impregnada dentro de mí. Tanto fue así, que sentí placer. El placer que existe entre un hombre y una mujer en el momento de tenerse, entregarse, de simplemente coexistir en un solo sentir. El placer que existe entre tú, yo y el interior. Me sentí húmeda dentro de mí y nuevamente me sentí sofocada. La palpitación aumento y de repente me encontré desesperada porque quería entregarme allí, en el lugar de mis sueños, en el lugar de mis vidas pasadas. ¿Qué me sucede?

En medio de la conmoción interna, te vi llegar. ¿Cómo llegaste? No tenía idea, te habías perdido al comenzar nuestra meta. No estabas conmigo, no estabas ni cerca. ¿Verdad?

Te me acercaste tímidamente, porque también te veías agitado, sofocado y desesperado porque la sensación de éxtasis te había atacado también. Te encontraste frente a mí y yo decidida a calmarme te invite a sentarte a mi lado, acto que negaste al permanecer parado frente a mí, insinuándome que me uniera a tu sensación miserable y tus quejas. ¿Para que estabas aquí?

La humedad de la noche fue poco a poco haciéndose fría, aunque pegajosa. Intente ignorarte. No podía, simplemente existía la necesidad de apagar este placer estaba dentro de mí y al parecer dentro de ti también. ¿Qué estarás pensando? Me intrigaba saber tus pensamientos profundos, me interesaba saber que sentías.

Me levante, te hice frente para ver qué era lo que tú fuiste a buscar aquí. Saber la razón de porque me acompañaste. Saber porque de repente ya no eres mi amigo, tratando de convertirte en mi amante nocturno a pesar de no tener sentimientos mutuos ni distintos. Te empuje para ver si reaccionabas, pero tú te mantuviste igual de imponente, silencioso y observante. Me mirabas pero no podía distinguir el deseo en tu mirada, ¿Será lujuria? No. No sabía que era la necesidad tuya, si podía ver que necesitabas de mi, que querías saciarte al igual que yo, pero ¿A qué costo? ¿Qué era lo que andabas buscando? ¿Por qué solamente te parabas frente a frente sin tan siquiera moverte, ni hacerme preguntas? No entiendo y la confusión me encendía más, en vez de apagarme. Estaba frustrada, ¿Qué debía hacer? Tomar el paso, tocarte y envolverte en mi red, en mi pecho suave y desnudo. Dejarme saboréate, tu saciarme y yo a ti.

La sangre se ardía sola y las gotas de sudor seguían como fila india mi espalda y mi escote, una detrás de la otra. Seduciéndome cada vez que caía las gotas de sudor. Nuevamente trate de llamar tu atención, mirando tu miembro me di cuenta que no te atrevías a tocarme, no querías faltarme el respeto al ser el primero en provocarme. Lo que no sabes que meramente con tu presencia es suficiente en estos instante para hacerlo, me provocas de tal manera que no puedo contenerme y sé que dentro de ti, tienes las ansias de hacerme tuya aunque sea una vez. Sé que me deseas, tu miembro te delata. Sé que me seduces el alma, sembrando ideas locas en mi mente desde que tenemos uso de nuestra imaginación. Tú me trajiste aquí y me motivaste a buscar. ¿Buscar qué? No sé, solo sé que estoy aquí y tu frente a mí. Aprovechar la oportunidad no sería mala idea, pero me detengo.

Me doy vuelta para ver nuevamente mi arquitectura soñada. Había salido en mis sueños en más de una ocasión, atormentándome porque sabía que había algo escondido allí. Ahora que me encuentro aquí, me doy cuenta que era un sueño vacio. No existen nada escondido, solamente mis emociones que no han vivido, no han creado ni destruido nada. La arquitectura soñada, esa meseta no es nada más que el reflejo de mi vida. Así como se ven las ruinas, así es como se encuentra mi alma. Pero estas aquí conmigo, ya no se encuentran tan vacía y por lo menos puedo ver que debo aprender a llenar mi vida y reconstruir las paredes, los cimientos y por ende tengo que salir corriendo a conquistar el mundo para poder entonces llenar mis ruinas con cosas importantes. Amor es lo que me falta, de todas clases de amor y ahora entiendo la razón de tu presencia aquí.

En fin, la noche pasaba y ya al entrar el alba en el horizonte, que los rayos del sol pasaban por la densidad del bosque, iluminando poco a poco lo que de noche no veía. Mire tú cara y sabia que esperabas por mí. Por mí siempre estuviste y ahora esperas que me motive, que sea yo la sucia, la que se revuelque en ti para poder liberarte de tus ansias eternas.

Baje la cara y note que tu miembro se mantuvo fuerte todo el tiempo, que ganas locas posees de tenerme. Así que poco a poco, con precaución fui acercándome para sostener tu pene en mi mano y abrazarte con mi cuerpo, humedeciendo tus labios con los míos al besarte. Me agarraste por la espalda y me pegaste mas a ti, pudiendo sentir tu estructura muscular debajo de tu camisa marrón. Así comenzaste poco a poco a acariciar mi rostro y tu mirada profunda me invadía la mente, la visión se me nublo y recordé pensar que nunca me había fijado en esos ojos negros, hermosos que Dios le plació darte. Sería capaz de observarte día y noche, de observar tu mirada y no perderla de vista. Y con suaves gestos de ternura me sacudiste el cabello para encontrar en mí ese rincón sensual que escondía dentro de mí. Me deje llevar por tus movimientos, de esas caricias locas que me dabas y de esos besos profundos que me llegaban hasta el alma. Tu mirada, esa mirada de deseo. Esa mirada que era como una plegaria de deseo. Que insólito pensar que nunca me había fijado en ti, pero ahora que lo pienso no me acuerdo haberte visto.

Con la fuerza bruta de tus manos y capaz de ser tan suave, de no lastimarme y saber justamente la cantidad necesaria para yo poder sentirme refugiada en tus brazos, me abrasaste.

Me apretaste contra tu pecho y cesaste de besarme, de acariciarme y por primera vez en la noche hablaste.

  • No puedo.
  • ¿Cómo es que no puedes? ¿Acaso, no es lo que quieres? ¿No fuiste tú quien me trajo hasta aquí?
  • Sí, pero no puedo amarte.
  • ¿Quién te pide que me amaras? Solo te pido que sacies de mi lo que tú mismo has provocado y consciente de que este momento llegaría. Todo esto lo creaste tú y ahora quiero terminar, lo que otro empezó. Sáciame.
  • Es que siento que te pierdes en mí, no es lo que quiero. Tu alma vacía necesita amor y yo no puedo brindártelo.
  • El vacio de mi alma no es tu problema, y ahora quiero por lo menos sentir, lo que nunca en mi vida he sentido y que quizás nunca llegue a volver a sentir en esta vida ni en la próxima.

Sus brazos fuertes me sostenían pero su mirada divagaba en medio de la mañana. Miraba a su alrededor y trazando la mirada suya, encontré que buscaba algo más. No le era suficiente mi presencia, ni vivir el sueño, ni ver que por él me entrego, tan siquiera loca mi instinto, mi imprudencia. Me despegue de él y aunque su miembro permanecía recto todavía, mis ganas fueron menguando. No entendía y no captaba que no era real. Vivía un sueño dentro de otro sueño, tan siquiera mío pero aquí me encuentro. Él lo sabía, pero ¿con que poder? ¿Cómo era posible? ¿Cómo él pudo con su pensamiento atraerme hasta aquí, en su mente? Si yo misma no tengo las fuerzas de existir dentro de mi propio universo y de la vida real que existe más allá de su mundo. ¿Cómo es que él lo sabe?

A pesar de mi infortuna deseaba que me amara. Así que mientras el contemplaba su alrededor, me le pegue buscando su calor, su refugio y nuevamente intentar encender la fogata dentro de mí. Le acerque mis labios a su rostro y nuevamente lo bese. Bese sus ojos, su frente y sus labios. Le di mis caricias y aunque carecía de la capacidad, de la malicia sexual, desabotoné su camisa y toque su pecho con mi mano. Respondiendo a mis caricias, me acaricio también y desabotonando el escote de mi suéter, tomo de él y me lo retiro. Aun en los rayos de sol no pude esconder mi vergüenza y las ganas reflejada en mis pezones, quienes esperaban con ansias la llegada de su boca.

Recostándome en el suelo, en la grama mojada por el rocío de la mañana, terminó de cumplir mis deseos. Chupando de mis senos como si fuese la fuente del néctar de la vida. Llenándome de placer nunca antes experimentado y afectando, quizás, los sentidos inexistentes en un sueño realizado. Su violencia para con migo era deleitante y la forma en que sus manos me masajeaban era como si estuviese creando una escultura de su imaginación, me llenó de su esencia de hombre en mi cuerpo. Conociendo cada rincón, cada lugar y dándome justamente lo que deseaba, fui la obra de arte y su sabor se quedo en mi plasmado.

Removiendo mi pantalón, revisando mi cuerpo, admirándolo y grabó mi imagen en su memoria. Al retirar el suyo pude al fin ver ese miembro perfecto e imponente ante mí. Me incliné para besarlo y suavemente los dos nos hundimos en el éxtasis de nuestros besos, de nuestro deseo y rápidamente de nuestros miedos.

Con la pausa para respirar, se recostó encima de mis pechos, abrazando cada uno con sus manos fuertes, tocándome suavemente hasta llegar a mi clítoris. Me humedecí inmediatamente y así me penetraste con tu pene que se hizo fuerte ante mí, me sumergí en el quejido leve de emoción y vibración que sentí en el instante.

Mientras nos uníamos y forjábamos uno dentro de dos, tú tomaste de mi toda esa sensación y ese deleite. Me saciaste con el vaivén constante y la forma salvaje de tenerme.

Así duramos tiempo y cuando al fin saciamos nuestros deseos internos y agotamos nuestras energías salvajes, nos dormimos en la grama, cuerpo con cuerpo y alma con alma. En el césped con nuestras almas tendidas al aire libre, desnudos tal como Dios nos creo.

Anocheció y aconteció que al despertar, te busqué pero ya habías desaparecido. Nuevamente sentí el vacio de mi alma pero quede con la satisfacción de que ame y me deje amar, aunque haya sido una vez en la vida. De que soñé y fui soñada. De que desee y fui deseada y me transporte justo donde me necesitaban, logre realizar ese sueño materializado que constantemente me hablaba por las noches y me motivó a buscar.

Quiero que sepas, aunque este ausente y perdido en tu propia mente, deseo poseerte tan siquiera una noche mas. Mi recuerdo desvanece.

lunes, 3 de mayo de 2010

Mi amiga; la puta


 


 

    Las historias siempre comienzan con "había una vez" y siempre terminan en "Y vivieron felices por siempre". ¡Pamplinas! La vida real se basa en pasar trabajo para obtener lo que quieres y de esa manera sobrevivir esta vida que nos oprime. En la vida real no existen zapatos de cristal (¿Quien podría caminar con ellos?) ni príncipes que van casa por casa buscando a la doncella de sus sueños para convertirla en una princesa. No existen sapos que al besarlos se conviertan en príncipes con dinero que nos prometen villas y castillas. No, eso no existe en mi mundo y mucho menos ahora que tengo que trabajar.

    Vivo en un departamento pequeño en un segundo piso de una farmacia con mi amiga Gabriela. Gabriela trabaja en la farmacia y siempre consigue los productos que utilizamos más baratos gracia a su descuento de empleado. Yo al contrario estudio mi bachillerato en Justicia Criminal y aspiro ser una abogada de gran nombre, eso si logro terminar. Con el part – time que tengo en la gasolinera no logro pensar bien en mis estudios. Mi amiga y yo nos ayudamos en todo y prácticamente pueden decir que somos hermanas, nos criamos juntas y pasamos el mayor tiempo trazando metas para ambas. Ella es buena pero tiene un problema, es demasiada coqueta y podemos decir que ya se ha creado su propia reputación. Todo el mundo la ama porque ella es ligera al sonreír, coqueta al caminar y sencilla de dominar o por lo menos así piensan los hombres y aquellos que la observan. Pero yo la conozco, no es tan fácil como creen y solo ella tiene la capacidad de lograr obtener de un hombre justamente lo que quiere sin tener remordimientos. Ella encuentra el amor en muchos brazos y con mucha facilidad mientras yo me quedo sentada sin poder lograr tan siquiera sonreírle a un extraño. No puedo lograr lo que ella sin esfuerzo hace. Ella hace que la amen y yo en parte la envidio. Claro, no me mal interpreten no quiero ser como ella pero si quisiera obtener esa confianza que ella proyecta, a ver si así algo en mi vida monótona cambia y logro salir de la rutina.

    El tiempo pasó y mi amiga comenzó a formalizar una relación con un chico llamado Gustavo. ¡¿Dios como puede salir con un hombre que se llame así?! Mi amiga cambio sus actividades nocturnas para poder salir con su nuevo novio, por lo menos así ella le decía. Ese muchacho se veía algo extraño pero no le preste atención, para andar con Gabriela era necesario tener algo extraño. Siempre que me quejaba sobre sus locuras, me decía que era su manera de darle emoción a nuestras vidas opacas. Ella tiene razón, nuestras vidas son opacas y están vacías de sueños inalcanzados, rotos y desilusiones que nos marcaron grandemente. Pero es mucho soñar cuando el mundo está como está.

    Gustavo comenzó a visitarla con más frecuencia al departamento de nosotras y ya me comenzaba a sentir incomoda con su presencia. Sentía el espacio más pequeño y me daba ansiedad siempre que él estaba cerca. Gabriela al parecer sí estaba tomando las cosas enserio con este chico. Realmente había dejado sus jangueos nocturnos en las barras y en los Pup's. Y de repente lo sentí, sentí el celo que yo le tenía a mi amiga y su mil y una manera de amar a los demás, de llenar su vacio, cosa que siempre me pareció sucio ¿pero porque ella lograba lo que se proponía y yo no? Mientras veía como su figura de piel canela se paseaba por la sala en sus pijamas decorativos de besos, caminando hacia su novio quien siempre parecía hechizado por sus encantos, los celos me corroían y no podía contener mis ganas de llorar ante mi patética situación. Sola… ¿me quedare sola toda mi vida aun por haber hecho bien las cosas? Debía intentarlo por lo menos, sonreír más y darme a conocer en el mundo. Quizás usar un poco de maquillaje para acentuar mis ojos que se que son lo mejor que llevo en mi. ¿Practicar caminar coqueta y juguetear con mi pelo?, a ver si así consigo la atención que ando buscando. ¿Qué malo me podría pasar a mí?

    Al día siguiente decidí irme con unos jeans y un blusón que tome prestado a Gabriela para ir a la universidad. Andaba en- taconá como decimos nosotras las mujeres y me había puesto una sombra blanca para resaltar mis ojos azules. Me sentía linda y veía otra yo que no reconocía. Emocionada camine por toda la universidad fijándome en quienes yo lograba que me miraran. ¡Funciona! La gente realmente me mira… ¿pero no será que ahora me estoy dando cuenta de eso? Hice caso omiso y seguí mi rumbo. Al finalizar el día me sentía horrible, con dolor en los pies y con la sensación de tener grasa en la cara. No podía vivir ni un día en los zapatos de Gabriela. Pero la sensación de ser notada me atraía nuevamente, era adictivo.

    Me encontré viviendo la vida de mi amiga, La que tanto envidiaba tener. Mientras el tiempo pasaba, yo sentí como cambie mi vida y quizás no fue de la manera que quería pero me adentre en el mundo de Gabriela y ahora la entiendo por completo, no importa la reputación sino que haces con ella.

    Una noche, conocí este chico llamado Armando, con el cual comencé a salir y pretendía hacerlo hasta que me cansara de él. Quería presentárselo a Gabriela para que me diera su opinión, así que decidí contárselo.

Caminando por la acera de regreso a nuestro apartamento me fije en un nuevo negocio que había abierto cerca de casa, parecía un pub. Me dio curiosidad pero lo continúe para mi casa. Todavía no estaba preparada para ir a sitios así.

    En mi apartamento, me senté en la cama quitándome las botas que le tome prestadas a Gabriela. Descalza camine hasta la cocina, al encender la luz ¡grite! y junto conmigo también gritaron Gustavo y Gabriela.

    -¿Qué estás haciendo?- Le pregunte a Gabriela con la expectativa de que ella me pudiera explicar porque su novio estaba desnudo en la cocina.

    - Pues ¿Qué tú crees que estoy haciendo? Pensé que vendrías más tarde porque todas las noches llegas tarde. Además no puedes pretender que tu nunca lo haría. La casa era virgen y había que des purificarla.- Y con eso se rio.

    - Bueno, pero la próxima vez me puedes avisar antes, tu novio no me atrae para nada para tenerlo por la casa desnudo y yo tener que ligármelo. No es gracioso sabes, no lo es, así que déjate de estar riendo que me molesta.- Y con eso me ríe también pero con disgusto porque todavía era la hora que el novio andaba frente a mi enseñando lo que Dios le dio. Le di una mirada abrupta a la todavía desnudez de Gustavo para que captara el mensaje. Sola las dos en la cocina comenzamos a charlar.

    - ¿Dónde has estado? ¿No es normal en ti llegar tarde todas las noches?- Me preguntó Gabriela con un poco de preocupación en su voz.

    - He salido. Tengo un novio, bueno no se si realmente lo puedo considerar un novio pero salgo con un chico.

    - ¡En serio? ¡Qué bueno! Pero chica como quiera, me asusta pensar que estés por ahí en las calles con tanto peligro.

    - Hay por Dios como si tu no las andarás… además he aprendido bien como cuidarme y ser la persona que quiero ser en verdad.

    - Pues qué bueno que eres la persona que quieres ser, siempre y cuando no cambies tu personalidad. Eres buena y no quisiera que te dañes o que te dañen, además ¿Qué es lo que dices que es diferente?

    - No lo sé, pero me siento así diferente. Es como si hubiera estado durmiendo todo este tiempo y he despertado. Todo esto es por tu ser mi amiga, desperté mi interior, me sacudí el miedo que me detenía y no me dejaba hacer nada. ¿Se nota?

    - Bueno si, pero no sé. Casi no estamos juntas pero ni modo cuéntame de ese chico ¿Cómo se llama?

    - Se llama Armando, lo conocí en el trabajo. Fue a echar gasolina y le parecí una buena persona. Fue varios días corridos a montarme conversación hasta que al fin accedí a salir con el si dejaba de venir con frecuencia a mi trabajo. Parece una historia absurda pero eso me gustó. He podido probar como es tu vida emocionante en la mía y me ha traído buenos resultados.

    - Bueno ya era hora de que te consiguieras un novio ¿pero este chico tiene buenas intenciones? ¿Qué es lo que te ha dicho? Porque si no tiene intenciones de ser tu novio no quiero que te hagas de ilusiones que no se cumplirán. El amor duele, créeme que duele. Pero le doy gracias a Dios que el amor aunque duele también sana y Gustavo llego a mi vida.

    - Sabes hablando claro, él nunca me ha gustado, siento algo mal con él. No sé, tengo una mala espina. Pero puedo equivocarme.

    -Si puedes.- me miro con ironía.

    Con eso se termino nuestra conversación, ya yo estaba en mi cuarto y decida a dormir apague la luz. Ahí tuve un sueño. Las palabras de Gabriela hicieron eco en mi subconsciente. Yo no soy así, de estar por estar con alguien y sentía dentro de mí que estaba haciendo precisamente eso. Tenía que hacer algo, quizás buscar el interés en mí para él. ¿Quién sabe si es él el amor de mi vida y por ciega lo deje pasar? No me lo perdonaría nunca.

    Al próximo día me levante y cuando tuve la oportunidad fui a ver a Armando. Caminando, pensé que hoy era una buena oportunidad para ser feliz y ser quien quiero ser en la vida. Quería demostrarle Armando que yo era mucho más de lo que aparentaba y que quería mucho más. Llegue a su departamento y no lo encontré, llame a su teléfono y no lo contesto. Así que regresando a casa nuevamente de un largo día, sin haber logrado nada. Volví a percatarme del pub "THE BLUE LAGOON". Que nombre más atractivo. Crucé la calle y baje la cuadra para ir al pub. No estaba vestida adecuadamente pero me dejaron entrar como quiera. Entré y la música disco y pop me inundaron los pensamientos y la sensación de ir con el flujo del vaivén del bajo, me perturbo tanto la mente que no sabía si irme o quedarme. Llegue a la barra. Pedí un tequila para calmar mi ansiedad. Me senté y comencé a observar. Era un stripper bar. De repente la música fue cambiando de tono y se volvió más lento. Luces de diferentes tonalidades de azul se posaron sobre la tarima, saliendo vapor y con ruidos de agua, salió un hombre vestido de Tarzán… ¡pero qué escandaloso! Me acerque a la tarima y mientras todos estaban pendiente de el baile yo le miraba la cara, se parecía mucho a alguien que conocía. Cuando me siento en las mesas delanteras saque un billete de mi cartera. El stripper se me acerco, bailándome en la falda. Le coloque el billete en su atuendo y al voltearse le pude ver bien la cara. ¡Era Gustavo, el novio de Gabriela! El también me logro ver la cara pero siguió bailando como si nada hubiera pasado. Continúo con su acto y yo me fui de allí. ¿Lo sabrá mi amiga? No sabía qué hacer si contarle o primero interrogar al Gustavo ese. Me fui del pub ese y corriendo subí las escaleras de mi apartamento, abriendo la puerta estrepitosamente me tope con otra escena escandalosa. Allí en la sala no solamente encontré a Gabriela media desnuda pero encontré Armando besándola. Me pasme, no sabía qué hacer, pero sé que el coraje me inundo y comencé a gritar.

    -¿Qué es esto? ¿Armando que haces aquí… y besándola?

    - ¿Armando? Tú no me dijiste que te llamabas así.- Gabriela me miro con confusión.

    -¿Cómo pudiste? ¿Cómo es que no le dijiste?

    - Por Favor ni que fuéramos santos en la tierra. Además no hay gran diferencia entre tú y tu amiga.- en un tono sofocado en sarcasmo me expresó sin pena alguna, levantándose del sofá y poniéndose la ropa que cubría su desnudez que nunca había podido experimentar conmigo. Me sentí tan enojada por el engaño, pero entendí lo que Gabriela me quiso decir sobre el amor.

- Márchate.- No lograba gritarle por mas dolida que estaba, no encontraba como exigirle así que al cerrar la puerta detrás de él. No le hable a Gabriela sobre lo que sucedió y muchísimo menos de lo de su novio y me fui para el cuarto. Quizás hay mentiras que nos ayudan a que las cosas no duelan tanto. Si no lo hubiera visto me hubiese ilusionado como siempre hago. Las ilusiones son solo eso, sueños y esperanzas vacías. Son falacias creadas en nuestras mentes, expectativas que no se cumplen y para eso mejor continuo mi camino sin ellas.

    Esa noche marcó mi vida. Viví frustrada y molesta conmigo y con mi amiga, quien obtiene todo sin entregar nada. Yo tampoco entregue mi alma y no lo pienso hacer. A cambio entrego mi cuerpo, más de una vez por noche y me satisfago, satisfago a los demás sin discriminación. Me dedico a cumplir las fantasías, las ilusiones de otros y así llego un poco más lejos en cumplir las mías. Voy todas las noches a la barra de "THE BLUE LAGOON" donde vivo todas las noches un personaje diferente y deslumbro a la gente con mi teatro montado. Soy buena en lo que hago. Y cuando me miro al espejo no me encuentro yo sino mi amiga; la puta. Que cada noche sale. Y mi nombre es TAXA CAMARAE.

Me fumo un cigarrillo, llenando de humo azulado la noche que apenas comienza.